16.10.05

El problema blanco

Hace un año y medio, cuando el Real Madrid entró en este desorden bipolar del cual aún no logra salir, dije que los grandes problemas del equipo eran Figo y Zidane. Hoy, con Figo ido y Zidane, a su manera, también, el problema sigue siendo el mismo.

No es exactamente que esos jugadores debieran estar fuera del equipo; es que Figo y Zidane eran (y siguen siendo, entiendo) la manera que el Madrid tenía de verse. Después de ellos, el diluvio, que es exactamente lo que ha estado pasado.

En aquel momento mi afirmación sonaba más irritante porque lo que parecía fuera de discusión era que el club necesitaba un buen par de medios centros o defensas centrales. Claro que los necesitaba, y todavía los busca. También tiene problemas, aunque de diferente tipo, en los laterales. Pero se trata de problemas muchísimo más fáciles de resolver, mas allá del empeño experimental del Madrid, que paga fortunas por un defensa británico con una gravísima lesión o contrata un oscuro jugador ofensivo danés para que quite balones en el medio. En un equipo que aspira a ganar todo, ninguno de esos problemas es tan importante como la falta de un comando ofensivo en el segundo tercio del campo.

La respuesta no puede darla el inestable Guti, que si tuviera las agallas que la prensa ve en él ya hace rato que estaría triunfando en otro club, ni tampoco Robinho, un mago del regate que por ahora está para sorprender, no para dirigir. El hecho de que Beckham disfrute su mejor hora en el club es la prueba tajante del problema; aunque limitado, el inglés es el único jugador del equipo con la técnica necesaria para hacer que el balón llegue a los pies de Ronaldo saltando por encima del agujero ofensivo de 30 metros que el Madrid tiene por delante de Pablo García. Es el rey de las asistencias por arriba porque el club no tiene nada que hacer por abajo. El Real Madrid sigue sin ver un futuro para sí más allá de Figo y Zidane.

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